
Vejeridad: estrategia política con perspectiva de derechos humanos
Queridos amigos y amigas, esta es una declaratoria que se ha hecho desde la experiencia continental del sur al norte y del norte al sur; con la contribución de las personas mayores, las organizaciones de la sociedad civil y la experiencia de nuestros países.
Nos encontramos en un momento crucial, no sólo por haber tenido tres días de aprendizaje, experiencias y la conciencia de nuevos retos; sino también porque a partir de este ejercicio de participación se ha delineado una estrategia que posicione la temática de los derechos humanos, los envejecimientos y las vejeces en la agenda política estatal, nacional e internacional.
Una de las principales conclusiones de esta experiencia es que tenemos que proteger lo avanzado en materia de Derechos Humanos y Envejecimiento; durante estos largos años de resistencia al modelo capitalista neoliberal, donde las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con personas mayores lucharon y adoptaron, poco a poco, esta perspectiva que ahora debe integrarse a las instituciones nuevas, y no tan nuevas, que asisten y trabajan con personas mayores.
Las ponencias presentadas nos hablaron de la lucha contra la desigualdad, la exclusión, la marginación, la discriminación, el racismo, el patriarcado y otros procesos que laceran la dignidad humana; fenómenos que no son sólo trabajo de los gobiernos sino de la sociedad civil, las universidades, las instituciones, los líderes, es decir, de todos y todas.
Este congreso rompió muchos paradigmas dominantes porque tenemos que cambiar estos procesos, de manera profunda, a través de una vinculación entre todas las generaciones en donde la política pública se construya con múltiples actores y en múltiples espacios.
No debemos olvidar que los gobiernos administran transitoriamente nuestros recursos pero nosotros somos dueños de la memoria, la cultura, las prácticas, de todo lo intangible que circula en la sociedad, de la producción de sentido y de estrategias justas que transformen las relaciones de dominación y de opresión.
Las relaciones de poder están integradas en nuestro relacionamiento como pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos, como hombres, mujeres y comunidad LGBTTTI, como generaciones que comparten con otras generaciones. Debemos ser conscientes de que estas relaciones de poder marcadas por el capitalismo, el neoliberalismo y el sistema económico global, se reproducen no sólo en el movimiento de capitales sino también en el movimiento de cuerpos en territorios materiales y simbólicos.
Este congreso tuvo una estrategia política más que académica, donde buscamos romper con las estructuras patriarcales que dominan a todos los seres humanos, buscamos construir una vinculación horizontal entre las culturas y las identidades.
En este congreso buscamos propiciar el flujo, el movimiento para romper con la pasividad y legitimar un solo espacio para discutir y aprender. Así fue que los obligamos a moverse y los forzamos a ver a las personas, las y los artesanos, las y los comerciantes, los oficios oaxaqueños. En este Congreso los obligamos a elegir, a estudiar, a reforzar su autonomía e independencia. De esta manera, pudieron ser testigos de las estrategias de las personas que día a día luchan por no ser victimizados. Vimos, sentimos, olimos, escuchamos, degustamos la riqueza cultural de Oaxaca como muestra de la enorme diversidad cultural y las capacidades de agencia de las personas; agencia que hace posible estrategias de transformación de la vida cotidiana. Ese dinamismo que lucha todos los días por sobrevivir ante un sistema de dominación. Transitar por las calles de Oaxaca inspira e implica una resistencia poderosa, dignificante, amplia capacidad de resiliencia, una aportación exitosa a la vida y un ejemplo vivo que tenemos que valorar y, en la medida de lo posible, reproducir.
Pero cuidado con idealizar lo intercultural o lo indígena, debemos tener precaución de ver a la cultura como un producto de consumo, cosificado, unicultural, dominado, sin sentido, o con un valor de intercambio económico y turístico. La interculturalidad nos muestra las posibilidades de ser de otras formas y grupos culturales que rompen la visión hegemónica dominante, ubicando la diferencia como resistencia y como posibilidad de ser distinto en un mundo que apuesta por una sola forma de ser y por lo global.
Las personas que fluyeron en este congreso fue muestra de la diversidad generacional, lingüística, cultural, de género, no hubo una visión única de América Latina y el Caribe, todos mostraron sus posturas situadas, sus experiencias significativas en cada uno de sus países. La diversidad en estas vivencias fue central. También este congreso permitió un espacio de voces colectivas donde todos intercambiamos y compartimos nuestra identidad latinoamericana. Sigo creyendo que las redes de apoyo entre nosotros son centrales para seguir creciendo.
Un elemento planificado es identificar a múltiples actores que deben apropiarse de la convención como instrumento político, no sólo jurídico, para que sea un instrumento de transformación de lo cotidiano, colectivo y sociocultural. La convención es un instrumento de lucha por el reconocimiento.
La invitación queda colocada VEJERIDAD, creemos un neologismo de reconocimiento, de alianza estratégico-política. Ubicar en el discurso esta transformación, para del plano simbólico llevarlo a lo material.


















